Tomada de internet |
Definición
Decididamente
soy
un personaje tramposo.
Un
sujeto que a todas manos hace trampa
que
ha ensayado toda clase de trampas
que
ha pasado toda su vida haciendo trampas
y
que ahora mismo hace la peor de las trampas:
intenta vivir.
Sobre el ocio
Aprende
del ocio.
No
te pasa factura.
No
te sigue ni pide que lo sigas.
No
te impone reglas. No te da órdenes.
Deja
que tú seas
No
te dice lo que tienes que hacer.
pero
tampoco quiere que hagas nada.
Es lo más parecido
a un poema.
Ciudadano
de un bosque encantado, al cabo
de
haberme internado en él me descubrí
campesino de la
ciudad.
El hombre sensato
Si
es sensato, si es ordenado, con seguridad no es un artista
de
primera fila. Pregúntele ¿dónde puso tal cosa, en qué
gaveta
guarda el bolígrafo, en qué tramo del librero están
las
facturas, en qué bolsillo perdió el llavero, en qué parte
de
la mesa se han encontrado casualmente el paraguas y la
máquina
de afeitar? ¿Dónde el Larousse y el Lautremont?
¿Puede
su caos responder impunemente por su vida?
Pregúntale
todo esto y si contestara satisfactoriamente ten
por
seguro que es solo un hombre cabal.
En
cambio el poeta, el poeta tiene bien puestos los pies
sobre la tierra
del ideal.
Principios de urbanidad
A
veces salgo a la calle y me pongo a dar gritos: “soy
invisible”.
La gente se me queda mirando: “está loco,
¿cómo
puede creerse semejante desafuero?”
—Sí,
les respondo, soy invisible. Lo que ustedes están
viendo
es mi voz.
Que
se vayan acostumbrando. Que sepan que soy el
Verbo.
Y continúo
gritando: “Soy invisible”.
***
Debemos
estar siempre listos para enloquecer.
Eso
garantiza que la locura no nos coja
por
sorpresa. Ni se convierta en decepción
para
todos los que no esperaban de ti una cordura
larga
y bien remunerada.
Y a tiempo
completo.
Rimbaud
Rimbaud
se jactaba de haber sentado
en
sus rodillas a la belleza, y la época
no
vaciló en considerar
tan
osada confesión
como
una hazaña de incalculables
proyecciones
literarias.
Pero
en estos momentos escépticos
en
que el gusto ha proclamado como verdad
irrefutable
de la estética
el
que puedan coexistir
bellezas
feas y aborrecibles
junto
a beldades por siglos y siglos
tenidas
como tales,
yo
me conformaría, por decir lo menos,
con
sentármela a mi lado
y
quedar con las manos y las rodillas libres
para,
si me viera acosado,
intentar
cuanto antes la fuga.
—No
fue sentándola
en
mis rodillas donde la encontré amarga.
Fue
mirando hacia arriba
para
comprobar que
nunca
estuve a tiro de fusil de la Belleza.
La
rocé de lejos, disparándole con mi arco
como
quien apunta hacia una estrella,
sin
dar nunca en el blanco
de manera clara y
categórica.
Anduve
cerca de ella, eso sí, lo juro,
y
vi su rostro
y tuve miedo.
El faro de la libertad
En
el cuadro de Delacroix sobre la toma de La Bastilla
la
figura de la mujer conduciendo al pueblo
lleva
un seno descubierto
mientras
el otro corre a esconderse
entre
los jirones de la camisa.
En
la circunstancia descrita, el pintor pensaba
que con un solo
seno basta.
¿Qué hacer con la realidad?
¿Se
puede escribir la realidad?
¿Se
puede rayarla?
¿Se
puede hacer el amor con ella y no
sólo
sentir que la tenemos al lado en la cama,
encima
o debajo?
¿Se
puede acaso materializarla al punto de
que
deje de ser pura palabra para ponerla en su sitio
sin tener que
mentarle la madre?
Lo claro
Nada
más claro que un pensamiento turbio
que se deja
contemplar.
***
Adán
—Al
fin y al cabo no perdí del todo el paraíso.
Todavía me queda
la manzana.
Mis(ilís)tica
La
misilística es una nueva versión de la mística.
Ambas
son armas explosivas de la fe.
De
la fe en que devastando puede crease un orden nuevo,
así
sea un desierto. De súbito, ilustran
de modo muy
palpable los vestigios del porvenir.
Epitafio
En
mi entierro iba yo hablando mal de mí mismo
y
me moría de la risa.
Enumeraba
con los dedos de las manos
cada
uno de mis defectos
y
hasta me permití delante de la gente
sacar
a relucir algunos de mis vicios
como
si me confesara en voz alta
y
en la vía pública.
Comprendo
que esto no es usual en un entierro
ni
signo de buen comportamiento.
Un
ciudadano cabal, aun estando muerto
—cuando
es él el centro de la atención—
debe
guardar las apariencias
y cuidar de no
exponerse al ridículo.
Litigio metafísico
Quién
dijo que estoy muerto, ése no fui yo.
Pero
si yo lo hubiese dicho,
yo
que soy tan mentiroso,
por
dios, no vamos a polemizar por eso:
tómenlo
como una broma.
Demostración
Yo
no puedo decir
que
estoy muerto sin comprobarlo.
Pero
para comprobarlo tendría
que
estar muerto.
Y
entonces no lo podría decir.
Corolario
Mientras no muera
soy inmortal.
¿Por qué tengo yo que ir más aprisa?
A
través de la ventanilla del automóvil
observo
los muros, las casas, las calles,
los
árboles, los pastos, los cultivos, los baldíos,
que
ante mí también pasan raudos
a
la misma velocidad que yo paso
pero
en dirección contraria,
como
si entre la naturaleza y yo se estableciera
una
pugna para decidir
quién
se despide y quién se queda.
¡Oh,
de ningún modo pretendo ni quiero
permanecer
fijo!
Mi
movilidad es lo que hace que viva.
Es,
así pues, mi carta de triunfo.
Pero
¿por qué tengo yo que ir más aprisa
y
dar cuenta de los frutos de mi rápida incursión
en
esta vida, de las ganancias y pérdidas
que
en el trayecto hice?
En
realidad yo a donde quiero ir
es
hasta donde mi viaje termine
No
hasta donde ustedes quieren
que
yo rápidamente vaya
haciéndome
creer que con esto me ahorran
más
dolores y penas
y
que la partida y el final son igualmente fatales.
En
realidad, como les digo, yo lo que quiero
es
que me dejen llegar a donde mi meta se acabe,
tranquilo,
sin que sienta pena por no haberme ocupado
de hacer el
balance de ganancias y pérdidas,
subido
a mí mismo, sí,
y
apenas tan rápido
como
me lo permiten mis cuatro extremidades.
Incluso frente a mi vida yo pasaba de largo
Yo
tenía como ocupación habitual pasar de largo.
Dejaba
atrás las ciudades, las multitudes,
las
plazas, la campiña y la recta que conduce
al
horizonte y su curvatura plana.
Lo
cierto es que dejaba bien atrás al tiempo
como
si ya no me perteneciera.
Y
además, el presente, el porvenir, los buenos
y
malos augurios, los muertos en sus parcelas,
las
máscaras, los trajes, el exilio,
los
huesos frotados por el timbre de las lluvias,
el
temor, el éxito y las calamidades,
los
claros entre la maleza y la muralla,
quién
duda de que eran un recuerdo bien lejano.
Memoria,
te nombraré de última,
ah
viejo reloj estropeado.
Quién
mejor que yo sabía que mi programa
era
pasar de largo
y
que si algo llevaba yo conmigo
era mi deseo de
pasar de largo.
Noticias del alud
Tenemos que agradecerle a los publicistas su interés por
nuestro país. Se espera que con el apoyo de éstos y de la
Comisión Nacional de la TV, de la sociedad civil, de la
cinematografía
mundial y de nuestros libretistas y escritores,
podamos sacarle a este doloroso suceso el mayor provecho. Tomado del diario El
Nacional, 23 de febrero de 2000.
Una
de las cosas que sucede con nuestro modelo
de
participación ciudadana es que la gente está cada
vez
más convencida de que mirando los acontecimientos
en
la pantalla chica se compromete más que el que
no
ha visto nada.
Que
se piense de este modo es una perversión
que
los dueños de los medios alimentan
con
el propósito de que la ciudadanía se ocupe más
de
lo que acontece en la pantalla
que
lo que sucede en la realidad.
Este
compromiso virtual le parece justo
al
individuo que, sentado confortablemente en su sillón
piensa
que basta apagar el aparato
para ponerse a
salvo de la furia de la inundación.
Software
Puesto
que este sujeto no es un original
bastante
fiel a sí mismo,
sino
por el contrario un boceto,
su
sitio continúa en el caballete.
Y
alegrémonos porque sea sólo un boceto.
Podría
tratarse de un caso perdido.
Más
tarde, si se tiene paciencia, de él podría
hacerse
un original.
Claro
está que cuando dispongamos
de
las instrucciones precisas.
Para
eso tendrán que esperarse órdenes de arriba.
—Tranquilícense.
No pierdan las esperanzas.
Confíen en nuestro
Software.
Por suerte
No
pudo ser otra cosa.
¡Llegó al poder!
Economía del heroísmo
Entendiendo
el patriotismo como una fórmula
de
hacer el amor, se torna evidente que, por defecto
y
no por exceso en la aplicación de esta máxima,
es posible
ahorrarle muchos malos hijos a la patria.
Terrorismo
(11
de abril)
LA
MÁSCARA MÁS ACRE
LA
MÁSCARA MASACRE
LA
MÁSCARA MÁS CARA
LA MÁS CARA
MASACRE
Historia de la crisis
Dios
dispuso de bastante tiempo
para
constatar que mi país estaba torcido
y,
pese a todo, no pudo enderezarlo
o
no se molestó en hacerlo
cuando
hubiera podido,
quizás
convencido de que era ya tarde
y
dejó que siguiera como estaba.
Ahora
es difícil hacer algo.
Dios
también está torcido
y aquí nadie cree
en milagros.
¡Cuán
hermoso es que algunas manos piadosas
se
ocupen de ir tirando las flores al paso del cortejo,
en
vez de seguir con ellas hasta el cementerio!
La putrefacción no
debería ser doble.
Patria mía del humo
Miro
el paisaje piadosamente:
Veo
como está dividido en dos por la carretera
que
avanza en medio de la sabana incendiada
por
todos lados.
A
la izquierda y a la derecha, en primer plano
y
al fondo, entre los pajonales las llamas avanzan.
Y
una gruesa columna de humo
cuelga
de la nube remota
como
de un gancho de carnicería.
Sólo
la carretera no está en llamas.
Luce
en medio del incendio limpia de culpa.
Desde
ella, como desde un mirador,
de
lado y lado a mi pobre y amado
país
se contempla. Algo comparable sólo
lo
he visto en los cuadros de batallas
por
la independencia.
Pero, ay, aquí
ninguna de éstas se ha librado.
De buena fuente
No
deberíamos avergonzarnos porque se nos considere
miembros
de la fauna, puesto que de cierto pertenecemos
al
reino animal. La pertenencia a la humanidad luce
un
tanto remota. Pareciera una meta para cuyo logro no
se
han llenado todos los trámites.
Aún
no nos hemos bajado enteramente de las matas.
—Señores,
paciencia, hay que esperar. Esa es la única
noticia que les
tengo.
El festín
¿Ha
sido para el enjambre
de
minúsculas hormigas
el
sobrante de azúcar disuelta
en
el fondo de la taza
que
contenía té
un
festín
o
una emboscada?
¿Quién
duda que se dieron su banquete?
Pero
pocas regresaron
Para
contarlo.
Así nosotros.
¿cuántas palabras habré yo dejado de decir?
Cuántas
palabras habré yo dejado de decir
por
ignorancia o temor. Cuántas por no haber
tenido
paciencia para armarlas. Cuántas
por
no haber entrado yo en uso de razón.
Cuántas
por haberme jugado una mala pasada.
Cuántas
por subestimar el orden de mis necesidades verbales.
Cuántas
simplemente a causa de su estado larvario.
Palabras
que no daban la cara por nadie.
Palabras
que apestaban como la tifus de los inválidos.
Palabras
por las que yo no hubiera apostado
Ni
un solo centavo. Palabras que dejé yo de decir
para
no mencionar la hecatombe
a la hora de
cantarles a los pájaros.
El poeta es un pequeño dios
Lo
que he hecho es jugar.
Lo
que he hecho es retirarme a mí mismo,
retirarme
para dejarle sitio a las cosas
como
hiciera Dios ante el universo
con
el fin de ocupar el puesto de este.
Lo
que he hecho, quiero decir, es concentrarme,
pero
a una escala mínima: la del poema.
Concentrarme
como un pequeño dios
Desalojado de sí
para dejarle sitio al poema
Para todos los que no lo entiendan
este poema es soez
Los
poemas que uno escribe contra el sistema son obscenos
Los
poemas que prohíbe la iglesia son soeces.
Los
poemas que atentan contra la moral son obscenos.
Los
poemas que para nombrar las partes pudendas
hacen
caso omiso de las recomendaciones
de
la Real Academia son obscenos.
Los
poemas que hablan de sexo son siempre obscenos
y
los que irresponsablemente
escandalizan
a una dama que al oírlos
en
el acto se levanta de su asiento,
protesta
y se marcha, son obscenos.
Igual
que son obscenos
todos
los poemas que no se dicen con palabras
sino a coñazos.
El poeta, ese forastero
Que
se diga del poeta, respecto a su tiempo, que no fue un
exiliado
y ni siquiera un outsider, sino más bien un forastero.
Un
intruso venido de lejos, que no portaba documentación
alguna
y quien, a duras penas, por fin, pudo encontrar una
plaza.
Pero una plaza sin baluartes, indefendible, rápidamente
tomada
por las huestes que la tenían bajo asedio. Y a la cual,
naturalmente,
pese a todas sus estratagemas, no se le permitió
acceso,
ni siquiera cuando le vieron agitar una bandera blanca
en
señal de rendirse. Ni cuando le oyeron decir:
—Me
bastaría poder existir cerca de mí, me bastaría poder
consignar el lugar
donde me encuentro como otro lugar.
Ars erotica
La
página me dice: “basta ya. Deja de mirarme. Comienza.”
Y
escribo este poema
dedicado
a mi libreta:
A
veces la descarada página
es
tan insinuante que se abre en dos
como
si llevara piernas. Y me dice
—Cógeme, pero con
la punta del lápiz.
Subversivos no, eróticos
Tratas
de convencerme de que la poesía es resistencia:
“Toda
la poesía junta —dices— equivale a un movimiento
de
resistencia armada”. Y es como
si
me viera yo pontificando sobre el mismo asunto
en
los años sesenta, cuando palabras y bombas
andaban
juntas tomadas de las manos.
Ya
no te presto atención. Tu tesis por lo demás
es
vetusta y retórica como la utopía de un mundo mejor
que
nos prometía en noches de farra el discurso
armado
en los bares. Ya no creo en cuentos de camino.
De
regreso a casa, en mi Fairlane último modelo
pienso
más bien en lo que estoy viendo.
Pienso
en lo que en este momento me ofrece
otro
tipo de resistencia armada:
el
cuerpo de esa bella muchacha
renuente
a permanecer enmarcada por mis ojos
cuando
vigilándola desde la ventanilla del auto
para
escapar de mi asedio
la miro cruzar a
toda prisa, rápida, la calle.
Cantar a los pájaros
Observa
con qué facilidad escribes
sobre
pájaros. Pero ¿cuántos has rodeado
amorosamente
con el calor de tus manos?
¿Cuántos
han latido realmente
bajo
la presión de tus dedos?
¿Acaso
los has descrito
sin
olvidar detalle como quien
conoce
bien a un cuerpo amado?
¿Lo
has liberado acaso
del peso de tus
palabras?
Foto: Julián Ospina |
El poeta cachorro
Lo
que experimentaba yo con más fuerza
cuando
iba de paseo por el campo era
el
sentimiento de irresponsabilidad.
Un
hombre que lleva, metido en un saco,
a
su gallo de pelea, sabe a dónde va. También
la
mujer que protege su bebé con un pañuelo
de
colores, mientras intenta mantener
el
equilibrio en medio del bamboleo del camión,
sabe
a dónde va.
Los
tipos agachados en un rincón de la plataforma,
guarecidos
bajo el encerado para protegerse
del
inclemente sol, dicen con sus gestos,
sin
molestarse en confesarlo por el camino,
que
saben a dónde van.
Y
a todos les creeríamos.
Sólo
el muchacho que mira irresponsablemente
hacia
todos lados sin perder detalle del paisaje
sabe
a dónde no va.
Puesto que su meta
es la inmensidad.
Levedad de la memoria
Deberíamos
atrevernos a narrar con lujo
de
detalles todo lo que nos pasa por la mente
en
una especie de diario donde nada real sucede.
De
este modo le ahorraríamos a la memoria
tener
que venir a auxiliarnos con un discurso
torpe
y lleno de ambigüedades
después
de que los hechos ya han pasado
o
no sucedieron.
No
importa que nos equivoquemos
o
que, exagerando la nota, lo que testimoniemos
resulte
ser, como en mi caso,
la
obra de un gran embustero.
Después
de todo no se escribe
sino
sobre lo que uno imagina. Así
lo
que nos imaginemos sea lo único
que
en nuestras perras vidas
nos ha pasado.
Donde trato de explicarme
Hasta
cierto punto
las
ocasiones de dar la cara por mí no negaré
que
las he tenido. Pero mi versión de los hechos
—cuando
de explicarlos se trataba—
era
un tanto nebulosa y contradictoria
al
punto de que, en el mejor de los casos,
ni
yo mismo le prestaba cuidado.
De
momento diré que la inconsistencia
de
mi argumentación estaba en el nivel
más
bajo y era igual a cero.
Pues
si algo yo hubiera podido decir de mí
dudo
de que no hubiese sido más que palabras.
Digo
en el caso de haber tenido fuerza para armarlas
y fe para esperar
de ellas un milagro.
Nota: Los anteriores poemas se tomaron de "el libro de juan. POESÍA INCOMPLET...." de Juan Calzadilla. Inkside-Poesía y Ediciones Cosa Nostra. Medellín, 2017. Gracias a ellos con quienes se hizo el lanzamiento en la foto abajo promocionado.
Nota: Los anteriores poemas se tomaron de "el libro de juan. POESÍA INCOMPLET...." de Juan Calzadilla. Inkside-Poesía y Ediciones Cosa Nostra. Medellín, 2017. Gracias a ellos con quienes se hizo el lanzamiento en la foto abajo promocionado.
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