sábado, 11 de noviembre de 2017

FRAGMENTOS INCOMPLET...OS JUAN CALZADILLA


Tomada de internet
Definición

Decididamente
soy un personaje tramposo.
Un sujeto que a todas manos hace trampa
que ha ensayado toda clase de trampas
que ha pasado toda su vida haciendo trampas
y que ahora mismo hace la peor de las trampas:
intenta vivir.



Sobre el ocio

Aprende del ocio.
No te pasa factura.
No te sigue ni pide que lo sigas.
No te impone reglas. No te da órdenes.
Deja que tú seas
No te dice lo que tienes que hacer.
pero tampoco quiere que hagas nada.
Es lo más parecido a un poema.


Tomada de internet
Autobiografía

Ciudadano de un bosque encantado, al cabo
de haberme internado en él me descubrí
campesino de la ciudad.




El hombre sensato

Si es sensato, si es ordenado, con seguridad no es un artista
de primera fila. Pregúntele ¿dónde puso tal cosa, en qué
gaveta guarda el bolígrafo, en qué tramo del librero están
las facturas, en qué bolsillo perdió el llavero, en qué parte
de la mesa se han encontrado casualmente el paraguas y la
máquina de afeitar? ¿Dónde el Larousse y el Lautremont?
¿Puede su caos responder impunemente por su vida?
Pregúntale todo esto y si contestara satisfactoriamente ten
por seguro que es solo un hombre cabal.
En cambio el poeta, el poeta tiene bien puestos los pies
sobre la tierra del ideal.

Principios de urbanidad

A veces salgo a la calle y me pongo a dar gritos: “soy
invisible”. La gente se me queda mirando: “está loco,
¿cómo puede creerse semejante desafuero?”
—Sí, les respondo, soy invisible. Lo que ustedes están
viendo es mi voz.
Que se vayan acostumbrando. Que sepan que soy el
Verbo.
Y continúo gritando: “Soy invisible”.

***

Debemos estar siempre listos para enloquecer.
Eso garantiza que la locura no nos coja
por sorpresa. Ni se convierta en decepción
para todos los que no esperaban de ti una cordura
larga y bien remunerada.
Y a tiempo completo.


Rimbaud

Rimbaud se jactaba de haber sentado
en sus rodillas a la belleza, y la época
no vaciló en considerar
tan osada confesión
como una hazaña de incalculables
proyecciones literarias.
Pero en estos momentos escépticos
en que el gusto ha proclamado como verdad
irrefutable de la estética
el que puedan coexistir
bellezas feas y aborrecibles
junto a beldades por siglos y siglos
tenidas como tales,
yo me conformaría, por decir lo menos,
con sentármela a mi lado
y quedar con las manos y las rodillas libres
para, si me viera acosado,
intentar cuanto antes la fuga.
—No fue sentándola
en mis rodillas donde la encontré amarga.
Fue mirando hacia arriba
para comprobar que
nunca estuve a tiro de fusil de la Belleza.
La rocé de lejos, disparándole con mi arco
como quien apunta hacia una estrella,
sin dar nunca en el blanco
de manera clara y categórica.
Anduve cerca de ella, eso sí, lo juro,
y vi su rostro
y tuve miedo.


El faro de la libertad

En el cuadro de Delacroix sobre la toma de La Bastilla
la figura de la mujer conduciendo al pueblo
lleva un seno descubierto
mientras el otro corre a esconderse
entre los jirones de la camisa.
En la circunstancia descrita, el pintor pensaba
que con un solo seno basta.


¿Qué hacer con la realidad?

¿Se puede escribir la realidad?
¿Se puede rayarla?
¿Se puede hacer el amor con ella y no
sólo sentir que la tenemos al lado en la cama,
encima o debajo?
¿Se puede acaso materializarla al punto de
que deje de ser pura palabra para ponerla en su sitio
sin tener que mentarle la madre?


Lo claro

Nada más claro que un pensamiento turbio
que se deja contemplar.



***

Adán
—Al fin y al cabo no perdí del todo el paraíso.
Todavía me queda la manzana.


Mis(ilís)tica

La misilística es una nueva versión de la mística.
Ambas son armas explosivas de la fe.
De la fe en que devastando puede crease un orden nuevo,
así sea un desierto. De súbito, ilustran
de modo muy palpable los vestigios del porvenir.


Epitafio

En mi entierro iba yo hablando mal de mí mismo
y me moría de la risa.
Enumeraba con los dedos de las manos
cada uno de mis defectos
y hasta me permití delante de la gente
sacar a relucir algunos de mis vicios
como si me confesara en voz alta
y en la vía pública.
Comprendo que esto no es usual en un entierro
ni signo de buen comportamiento.
Un ciudadano cabal, aun estando muerto
—cuando es él el centro de la atención—
debe guardar las apariencias
y cuidar de no exponerse al ridículo.


Litigio metafísico

Quién dijo que estoy muerto, ése no fui yo.
Pero si yo lo hubiese dicho,
yo que soy tan mentiroso,
por dios, no vamos a polemizar por eso:
tómenlo como una broma.
Demostración
Yo no puedo decir
que estoy muerto sin comprobarlo.
Pero para comprobarlo tendría
que estar muerto.
Y entonces no lo podría decir.
Corolario
Mientras no muera soy inmortal.


¿Por qué tengo yo que ir más aprisa?

A través de la ventanilla del automóvil
observo los muros, las casas, las calles,
los árboles, los pastos, los cultivos, los baldíos,
que ante mí también pasan raudos
a la misma velocidad que yo paso
pero en dirección contraria,
como si entre la naturaleza y yo se estableciera
una pugna para decidir
quién se despide y quién se queda.
¡Oh, de ningún modo pretendo ni quiero
permanecer fijo!
Mi movilidad es lo que hace que viva.
Es, así pues, mi carta de triunfo.
Pero ¿por qué tengo yo que ir más aprisa
y dar cuenta de los frutos de mi rápida incursión
en esta vida, de las ganancias y pérdidas
que en el trayecto hice?
En realidad yo a donde quiero ir
es hasta donde mi viaje termine
No hasta donde ustedes quieren
que yo rápidamente vaya
haciéndome creer que con esto me ahorran
más dolores y penas
y que la partida y el final son igualmente fatales.
En realidad, como les digo, yo lo que quiero
es que me dejen llegar a donde mi meta se acabe,
tranquilo, sin que sienta pena por no haberme ocupado
de hacer el balance de ganancias y pérdidas,
subido a mí mismo, sí,
y apenas tan rápido
como me lo permiten mis cuatro extremidades.

Incluso frente a mi vida yo pasaba de largo

Yo tenía como ocupación habitual pasar de largo.
Dejaba atrás las ciudades, las multitudes,
las plazas, la campiña y la recta que conduce
al horizonte y su curvatura plana.
Lo cierto es que dejaba bien atrás al tiempo
como si ya no me perteneciera.
Y además, el presente, el porvenir, los buenos
y malos augurios, los muertos en sus parcelas,
las máscaras, los trajes, el exilio,
los huesos frotados por el timbre de las lluvias,
el temor, el éxito y las calamidades,
los claros entre la maleza y la muralla,
quién duda de que eran un recuerdo bien lejano.
Memoria, te nombraré de última,
ah viejo reloj estropeado.
Quién mejor que yo sabía que mi programa
era pasar de largo
y que si algo llevaba yo conmigo
era mi deseo de pasar de largo.


Noticias del alud


Tenemos que agradecerle a los publicistas su interés por
nuestro país. Se espera que con el apoyo de éstos y de la
Comisión Nacional de la TV, de la sociedad civil, de la cinematografía
mundial y de nuestros libretistas y escritores,
podamos sacarle a este doloroso suceso el mayor provecho. Tomado del diario El Nacional, 23 de febrero de 2000.


Una de las cosas que sucede con nuestro modelo
de participación ciudadana es que la gente está cada
vez más convencida de que mirando los acontecimientos
en la pantalla chica se compromete más que el que
no ha visto nada.
Que se piense de este modo es una perversión
que los dueños de los medios alimentan
con el propósito de que la ciudadanía se ocupe más
de lo que acontece en la pantalla
que lo que sucede en la realidad.
Este compromiso virtual le parece justo
al individuo que, sentado confortablemente en su sillón
piensa que basta apagar el aparato
para ponerse a salvo de la furia de la inundación.


Software

Puesto que este sujeto no es un original
bastante fiel a sí mismo,
sino por el contrario un boceto,
su sitio continúa en el caballete.
Y alegrémonos porque sea sólo un boceto.
Podría tratarse de un caso perdido.
Más tarde, si se tiene paciencia, de él podría
hacerse un original.
Claro está que cuando dispongamos
de las instrucciones precisas.
Para eso tendrán que esperarse órdenes de arriba.
—Tranquilícense. No pierdan las esperanzas.
Confíen en nuestro Software.
  

Por suerte

No pudo ser otra cosa.
¡Llegó al poder!


Economía del heroísmo

Entendiendo el patriotismo como una fórmula
de hacer el amor, se torna evidente que, por defecto
y no por exceso en la aplicación de esta máxima,
es posible ahorrarle muchos malos hijos a la patria.


Terrorismo
(11 de abril)

LA MÁSCARA MÁS ACRE
LA MÁSCARA MASACRE
LA MÁSCARA MÁS CARA
LA MÁS CARA MASACRE


Historia de la crisis

Dios dispuso de bastante tiempo
para constatar que mi país estaba torcido
y, pese a todo, no pudo enderezarlo
o no se molestó en hacerlo
cuando hubiera podido,
quizás convencido de que era ya tarde
y dejó que siguiera como estaba.
Ahora es difícil hacer algo.
Dios también está torcido
y aquí nadie cree en milagros.

  
El cortejo

¡Cuán hermoso es que algunas manos piadosas
se ocupen de ir tirando las flores al paso del cortejo,
en vez de seguir con ellas hasta el cementerio!
La putrefacción no debería ser doble.


Patria mía del humo

Miro el paisaje piadosamente:
Veo como está dividido en dos por la carretera
que avanza en medio de la sabana incendiada
por todos lados.
A la izquierda y a la derecha, en primer plano
y al fondo, entre los pajonales las llamas avanzan.
Y una gruesa columna de humo
cuelga de la nube remota
como de un gancho de carnicería.
Sólo la carretera no está en llamas.
Luce en medio del incendio limpia de culpa.
Desde ella, como desde un mirador,
de lado y lado a mi pobre y amado
país se contempla. Algo comparable sólo
lo he visto en los cuadros de batallas
por la independencia.
Pero, ay, aquí ninguna de éstas se ha librado.


De buena fuente

No deberíamos avergonzarnos porque se nos considere
miembros de la fauna, puesto que de cierto pertenecemos
al reino animal. La pertenencia a la humanidad luce
un tanto remota. Pareciera una meta para cuyo logro no
se han llenado todos los trámites.
Aún no nos hemos bajado enteramente de las matas.
—Señores, paciencia, hay que esperar. Esa es la única
noticia que les tengo.


El festín

¿Ha sido para el enjambre
de minúsculas hormigas
el sobrante de azúcar disuelta
en el fondo de la taza
que contenía té
un festín
o una emboscada?
¿Quién duda que se dieron su banquete?
Pero pocas regresaron
Para contarlo.
Así nosotros.


¿cuántas palabras habré yo dejado de decir?

Cuántas palabras habré yo dejado de decir
por ignorancia o temor. Cuántas por no haber
tenido paciencia para armarlas. Cuántas
por no haber entrado yo en uso de razón.
Cuántas por haberme jugado una mala pasada.
Cuántas por subestimar el orden de mis necesidades verbales.
Cuántas simplemente a causa de su estado larvario.
Palabras que no daban la cara por nadie.
Palabras que apestaban como la tifus de los inválidos.
Palabras por las que yo no hubiera apostado
Ni un solo centavo. Palabras que dejé yo de decir
para no mencionar la hecatombe
a la hora de cantarles a los pájaros.


El poeta es un pequeño dios

Lo que he hecho es jugar.
Lo que he hecho es retirarme a mí mismo,
retirarme para dejarle sitio a las cosas
como hiciera Dios ante el universo
con el fin de ocupar el puesto de este.
Lo que he hecho, quiero decir, es concentrarme,
pero a una escala mínima: la del poema.
Concentrarme como un pequeño dios
Desalojado de sí para dejarle sitio al poema


Para todos los que no lo entiendan
este poema es soez

Los poemas que uno escribe contra el sistema son obscenos
Los poemas que prohíbe la iglesia son soeces.
Los poemas que atentan contra la moral son obscenos.
Los poemas que para nombrar las partes pudendas
hacen caso omiso de las recomendaciones
de la Real Academia son obscenos.
Los poemas que hablan de sexo son siempre obscenos
y los que irresponsablemente
escandalizan a una dama que al oírlos
en el acto se levanta de su asiento,
protesta y se marcha, son obscenos.
Igual que son obscenos
todos los poemas que no se dicen con palabras
sino a coñazos.


 El poeta, ese forastero

Que se diga del poeta, respecto a su tiempo, que no fue un
exiliado y ni siquiera un outsider, sino más bien un forastero.
Un intruso venido de lejos, que no portaba documentación
alguna y quien, a duras penas, por fin, pudo encontrar una
plaza. Pero una plaza sin baluartes, indefendible, rápidamente
tomada por las huestes que la tenían bajo asedio. Y a la cual,
naturalmente, pese a todas sus estratagemas, no se le permitió
acceso, ni siquiera cuando le vieron agitar una bandera blanca
en señal de rendirse. Ni cuando le oyeron decir:
—Me bastaría poder existir cerca de mí, me bastaría poder
consignar el lugar donde me encuentro como otro lugar.


Ars erotica

La página me dice: “basta ya. Deja de mirarme. Comienza.”
Y escribo este poema
dedicado a mi libreta:
A veces la descarada página
es tan insinuante que se abre en dos
como si llevara piernas. Y me dice
—Cógeme, pero con la punta del lápiz.


Subversivos no, eróticos

Tratas de convencerme de que la poesía es resistencia:
“Toda la poesía junta —dices— equivale a un movimiento
de resistencia armada”. Y es como
si me viera yo pontificando sobre el mismo asunto
en los años sesenta, cuando palabras y bombas
andaban juntas tomadas de las manos.
Ya no te presto atención. Tu tesis por lo demás
es vetusta y retórica como la utopía de un mundo mejor
que nos prometía en noches de farra el discurso
armado en los bares. Ya no creo en cuentos de camino.
De regreso a casa, en mi Fairlane último modelo
pienso más bien en lo que estoy viendo.
Pienso en lo que en este momento me ofrece
otro tipo de resistencia armada:
el cuerpo de esa bella muchacha
renuente a permanecer enmarcada por mis ojos
cuando vigilándola desde la ventanilla del auto
para escapar de mi asedio
la miro cruzar a toda prisa, rápida, la calle.


Cantar a los pájaros

Observa con qué facilidad escribes
sobre pájaros. Pero ¿cuántos has rodeado
amorosamente con el calor de tus manos?
¿Cuántos han latido realmente
bajo la presión de tus dedos?
¿Acaso los has descrito
sin olvidar detalle como quien
conoce bien a un cuerpo amado?
¿Lo has liberado acaso
del peso de tus palabras?

Foto: Julián Ospina

El poeta cachorro

Lo que experimentaba yo con más fuerza
cuando iba de paseo por el campo era
el sentimiento de irresponsabilidad.
Un hombre que lleva, metido en un saco,
a su gallo de pelea, sabe a dónde va. También
la mujer que protege su bebé con un pañuelo
de colores, mientras intenta mantener
el equilibrio en medio del bamboleo del camión,
sabe a dónde va.
Los tipos agachados en un rincón de la plataforma,
guarecidos bajo el encerado para protegerse
del inclemente sol, dicen con sus gestos,
sin molestarse en confesarlo por el camino,
que saben a dónde van.
Y a todos les creeríamos.
Sólo el muchacho que mira irresponsablemente
hacia todos lados sin perder detalle del paisaje
sabe a dónde no va.
Puesto que su meta es la inmensidad.

Levedad de la memoria

Deberíamos atrevernos a narrar con lujo
de detalles todo lo que nos pasa por la mente
en una especie de diario donde nada real sucede.
De este modo le ahorraríamos a la memoria
tener que venir a auxiliarnos con un discurso
torpe y lleno de ambigüedades
después de que los hechos ya han pasado
o no sucedieron.
No importa que nos equivoquemos
o que, exagerando la nota, lo que testimoniemos
resulte ser, como en mi caso,
la obra de un gran embustero.
Después de todo no se escribe
sino sobre lo que uno imagina. Así
lo que nos imaginemos sea lo único
que en nuestras perras vidas
nos ha pasado.

Donde trato de explicarme

Hasta cierto punto
las ocasiones de dar la cara por mí no negaré
que las he tenido. Pero mi versión de los hechos
—cuando de explicarlos se trataba—
era un tanto nebulosa y contradictoria
al punto de que, en el mejor de los casos,
ni yo mismo le prestaba cuidado.
De momento diré que la inconsistencia
de mi argumentación estaba en el nivel
más bajo y era igual a cero.
Pues si algo yo hubiera podido decir de mí
dudo de que no hubiese sido más que palabras.
Digo en el caso de haber tenido fuerza para armarlas
y fe para esperar de ellas un milagro.


Nota: Los anteriores poemas se tomaron de "el libro de juan. POESÍA INCOMPLET...." de Juan Calzadilla. Inkside-Poesía y Ediciones Cosa Nostra. Medellín, 2017. Gracias a ellos con quienes se hizo el lanzamiento en la foto abajo promocionado. 



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